Immanuel Kant, Joseph Green, Robert Motherby y los americanos

El comerciante Joseph Green (1727-1786), procedente de Hull, en Inglaterra, ya en sus años de juventud, se había “trasladado allí desde Inglaterra”[1] y había montado en Königsberg un floreciente negocio. Buscó entonces en su ciudad natal a un joven que pudiera ayudarle con este negocio y encontró a Robert Motherby (1736-1801), el cual, presuntamente, “en torno a 1750 con tan solo 14 años había llegado desde Hull a la ciudad del río Pregolia.”[2] En una reciente biografía de Kant se dice que este habría llegado con la edad de 18 años, es decir en 1754, a Königsberg.[3]

Hasta ahora no se conocen testimonios sobre el momento exacto de su traslado desde Hull a Königsberg. El 30 de agosto de 1763 ambos grabaron bajo el nombre de Kant (que entonces firmó como “Emanuel Kant M.A.”) sus propios nombres junto a los de otros tantos amigos en una copa de champán que ha sido transmitida en herencia a través de William, el hijo de Robert Motherby, y que hoy obra todavía en posesión de la familia. La inscripción dice:

Secrecy in love and sincerity
In Friendship
Emanuel Kant M.A.
Anthony Schorn
Joseph Green
Robert Motherby
all Happy together notwithstanding what happened in the World[4]
August of 30th 1763

A los suyos se añaden otros tres nombres, entre ellos, los de dos ingleses. Simon Wain-Hobson ha glosado con minuciosidad las virtudes de esa copa en un artículo.[5]

Dado que el 30 de agosto de 1763 ya se conocían bien y se consideraban amigos, Immanuel Kant, Joseph Green y Robert Motherby tienen que haberse conocido en algún momento previo a esta fecha. El discípulo y biógrafo de Kant, Reinhold Bernhard Jachmann, informa de lo que sucedió en el primer encuentro entre Kant y Green:

En tiempos de la guerra anglo-norteamericana fue Kant una tarde a pasear por el jardín de Dänhof y se detuvo ante un cenador en el que descubrió a uno de sus conocidos en compañía de algunos otros hombres que él no conocía. Se sumó a ellos en una conversación en la que, por lo demás, todo el mundo participaba. Pronto esta derivó en peculiaridades de la historia contemporánea. Kant asumió la protección de los americanos, abogó con vehemencia por su justa causa y se expresó con cierta indignación sobre el comportamiento de los ingleses. De repente, se adelantó un hombre completamente enfurecido de entre los que estaban allí reunidos y, poniéndose frente a Kant, le dijo que él era inglés y manifestó que toda su nación y él mismo estaban siendo agraviados con esas declaraciones y que exigía fervientemente el restablecimiento de su honor en un sangriento duelo. Kant no perdió los estribos en lo más mínimo por la ira de aquel hombre, sino que siguió hablando y empezó a exponer sus opiniones y principios políticos y el punto de vista según el cual todo hombre, como ciudadano del mundo, y sin detrimento de su patriotismo, tiene que juzgar semejantes acontecimientos que suceden en él, y lo hizo con una retórica tan arrebatadora que Green -pues no era otro aquel inglés-, lleno de sorpresa, le extendió la mano amistosamente, se adhirió a las elevadas ideas de Kant, se disculpó de su acalorada reacción y, después de acompañarlo a casa aquella tarde, lo invitó incluso a que fuera a visitarlo. El entretanto ya fallecido comerciante Motherby, un socio de Green, fue testigo de lo sucedido y me aseguró repetidas veces que Kant durante esa exposición se les apareció a él y a todos los presentes como poseído por una fuerza celestial y que el corazón de todos quedó a partir de entonces prendado para siempre de su persona.[6]

Esta presentación de los acontecimientos ha sido entendida por los biógrafos posteriores como si Kant y Green hubieran discutido sobre el comportamiento de los ingleses en la Guerra de Independencia norteamericana (1775-1783) y como si Kant se hubiera puesto de parte de los americanos. Dado que Kant y Green, a la luz de los testimonios, ya eran amigos desde mucho antes, el biógrafo de Kant Vorländer ha sostenido la opinión de que el relato de Jachmann no es cierto.[7] Manfred Kühn escribe en su biografía de Kant:

Se dice que Green y Kant se encontraron por primera vez en la época de la Revolución americana y que su relación comenzó con una acalorada discusión sobre este acontecimiento en el que Kant tomó partido por los americanos y Green por los ingleses. Esto naturalmente no puede ser cierto, aunque bien puede ser que su discusión tratara de un episodio anterior que acabaría llevando a la guerra americana, por ejemplo, el de la Ley del Sello de 1765. Este condujo en agosto de ese año a altercados en Boston y otros lugares, los cuales obligaron al Parlamento británico a retirar la ley antes de terminar el año. Esto significaría que la amistad de Kant con Green se retrotrae hasta el verano de 1765.[8]

El biógrafo americano de Kant J.H.W. Stuckenberg plantea que:

Jachmann … makes the conversation refer to the American Revolution. But Kant and Green were acquainted long before that time … Jachmann’s account must therefore refer to some other circumstance than that revolution.[9] [Jachmann […] hace referir la conversación a la revolución americana. Pero Kant y Green tenían trato mucho antes de ese momento. […] Esa afirmación de Jachmann debe referirse, por tanto, a alguna otra circunstancia distinta de esa revolución.]

Como se puede ver, los tres biógrafos asumen que Jachmann con la “guerra anglo-norteamericana” se estaba refiriendo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América y con “americanos”, cuya justa causa Kant había tomado como propia, quería significar a los pobladores de las colonias inglesas que a partir de 1775 lucharon por su independencia. Por esta razón no podían explicarse la manera en la que Jachmann exponía los hechos. Para Kant la palabra “americanos” tenía, sin embargo, otro significado. Con “americanos” designaba siempre en todos sus escritos exclusivamente a los indígenas de América, es decir, a los indios, y no a los pobladores ingleses. De modo similar designamos hoy nosotros como “africanos” solo a los africanos negros y no a los árabes y bereberes que viven en el Norte de África ni a los sudafricanos blancos. Así lo escribe Kant en su ensayo De las distintas razas de hombres (1775):

Por último, parece que los americanos no son una raza completamente huna. Y es que en el extremo noroeste de América […], junto a la costa norte de la bahía de Hudson, los habitantes son muy similares a los calmucos. Más abajo, en el sur, la cara se hace más amplia y prominente, pero el mentón imberbe, el pelo enteramente negro, el color arcilloso de la tez, así como la frialdad e insensibilidad de su naturaleza, una evidente secuela del efecto de una larga estancia en frías latitudes, como pronto veremos, continúa desde el extremo norte de esta parte del mundo hasta Staten Island. La prolongada estancia de los patriarcas de las tribus americanas en el noreste de Asia y en el vecino noreste de América ha acabado por definir los rasgos de la figura calmuca, mientras que la rauda expansión de sus descendientes hacia el sur de esta parte del mundo ha acabado por definir los de los americanos.[10]

En un ensayo diez años más tarde escribe Kant:

Ya no conocemos con certeza las comunes distinciones del color de la cara, como el de los blancos, de los indios amarillos, de los negros y de los americanos de roja piel cobriza.[11]

En su obra Geografía física, publicada por Rink en 1802 dice:

Algunos americanos se hacen muchos agujeros en la piel de tal forma que puedan introducir allí plumas de colores.[12]

A los pobladores ingleses Kant no los designa nunca “americanos”, sino que escribe sobre sus asentamientos:

Las colonias inglesas en esta parte del mundo están florecientes.[13]

En su discusión con Green Kant tomó pues partido contra los ingleses y a favor de los indígenas que nosotros designamos como “indios”, los cuales desde la primera mitad del siglo XVII fueron cada vez más oprimidos por los inmigrantes ingleses, quienes les robaron las tierras y los asesinaron.
En el caso de la “guerra anglo-norteamericana” mencionada por Jachmann solo puede tratarse de la guerra que Inglaterra emprendió contra los franceses en Norteamérica y que se desarrolló simultáneamente a la Guerra de los Siete Años (1756-1763) en Europa. En América la guerra, sin embargo, comenzó ya en el año 1764 y fue nombrada en las colonias inglesas “the French and Indian War”; de la misma manera como, incluso hoy, se la denomina en los libros de historia de los Estados Unidos de América. Se dilucidaba la hegemonía sobre el mundo. En Europa Inglaterra estaba aliada con Federico el Grande, rey de Prusia, y lo apoyaba en su guerra contra Francia, Rusia y Austria. O para expresarlo de otro modo: Prusia emprendió su guerra contra Francia redundando en los intereses de Inglaterra en la medida en la que le facilitó su victoria frente a Francia en Norteamérica. Francia y Gran Bretaña concluyeron la guerra en Norteamérica el 10 de febrero de 1763 por medio del Tratado de París; Austria y Prusia concluyeron la guerra en Europa el 15 de febrero de 1763 por medio de la Paz de Hubertusburgo. El vencedor en todos los lugares del orbe fue, por tanto, Gran Bretaña. El Primer Ministro británico, William Pitt (Lord Chatham), hizo a este propósito una aguda observación: “Francia ha perdido América en Alemania.”[14]

Del lado de los franceses también habían luchado contra los británicos algunos americanos, es decir, algunas tribus indias, como, por ejemplo, hizo la tribu de los indios Ottawa bajo el mando de su jefe, Pontiac. Los franceses no les quitaron las tierras a los indígenas como hicieran los ingleses, sino que entraron en comercio con ellos, mediaron en las disputas entre las distintas tribus y se adaptaron a la forma de vida de los indios. De este modo, los franceses consiguieron, con la ayuda de los indios, imponerse durante varias décadas a los ingleses que eran muy superiores en número.[15] Después de la derrota de los franceses, los indios se vieron ante la necesidad de defender los territorios de sus tribus, sus formas de vida y su cultura frente a la intromisión de los ingleses. El jefe Pontiac intentó unir en la zona fronteriza con las colonias británicas a todas las tribus indias y comandó en los años posteriores a 1763 una serie de ataques contra las tropas británicas, las cuales únicamente consiguieron vencerlo en 1766.

Es partiendo de este trasfondo cómo se ha de entender la afirmación de Jachmann: “Kant asumió la protección de los americanos, abogó con vehemencia por su justa causa”, esto es, el derecho de los indígenas americanos a la defensa de su tierra y de expresarse con cierta indignación sobre la conducta de los ingleses que les arrebataban por la fuerza sus tierras.

Lo minucioso del tratamiento que hace Kant de los indígenas de Norteamérica se muestra en un fragmento de su escrito Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime:

Entre los salvajes no hay población alguna que muestre una índole anímica tan sublime como la de los norteamericanos. Estos tienen un fuerte sentido del honor y, cuando para hacerse merecedores de él, se lanzan a peregrinas empresas a cientos de millas de distancia, observan con cuidado extremo hasta el más mínimo quebranto que aquel pudiera sufrir, cuando unos enemigos, tan despiadados como ellos, después de apresarlos, por medio de los más horribles suplicios, intentan arrancarles cobardes suspiros. El salvaje canadiense es, por otra parte, veraz y honesto. Cuando traba amistad, esta es tan inverosímil y entusiasta, como la que ha quedado registrada de los tiempos legendarios más antiguos. Es extremadamente orgulloso, percibe todo el valor que tiene la libertad y no tolera, ni siquiera a la hora de ser educado, que la persona con la que trata le haga sentir vilmente sometido. Es probable que Licurgo haya dado leyes a salvajes semejantes y, si surgiera un legislador entre esas seis naciones, veríamos elevarse en el Nuevo Mundo otra república de Esparta.[16]

Kant presentó este escrito el 8 de octubre de 1763 al decano de la Facultad de Filosofía de la Albertina para someterlo a censura[17], es decir, poco después de aquel 30 de agosto de 1763 en el que él y sus amigos ingleses grabaran sus nombres en la copa de champán. Ese escrito fue publicado en 1764 en Königsberg. La precisión de los conocimientos que tenía Kant sobre el estado en el que se encontraban los norteamericanos queda de relieve en su consideración de las seis naciones de la confederación de los iroqueses (“The Iroquois League”), que estaba compuesta por las tribus de los mohawk, los cayuga, los onondaga, los oneida, los senecas y los tuscarora[18]. El ideal del Nuevo Mundo que tenía Kant era evidentemente la de que los “americanos”, esto es, los indígenas de América, se organizaran en una república tomando como base leyes propias. Su derecho a hacerlo es lo que Kant propugnó “con vehemencia” en la conversación que Jachmann describe y lo que lo llevó a expresarse “con cierta indignación sobre el comportamiento de los ingleses” que habían conquistado América como si fuera una tierra sin dueño, “pues a sus habitantes no los tenían en nada.”[19]

Kant no atacó a Green porque fuera inglés, sino que le explicó “sus opiniones y principios políticos y su punto de vista, según el cual todo hombre, como ciudadano del mundo, y sin detrimento de su patriotismo, tiene que juzgar semejantes acontecimientos que suceden en él.” Con ello le concedía el derecho a cualquiera para ser una patriota de su país, pero le recordaba que todo hombre, al mismo tiempo, es un ciudadano del mundo y, como tal, tiene que juzgar lo que ocurre en él desde un punto de vista que comparte con todos los demás conciudadanos de este mundo. Así las cosas, se hizo amigo de Joseph Green y de su joven compañero, Robert Motherby, y dejó prendado “el corazón de todos […] para siempre a su persona.” Si se conoce esta circunstancia, se hace comprensible la intención que esos ingleses y alemanes que se habían hecho amigos tenían cuando el 30 de agosto de 1763 grabaron en una copa de champán su nombre bajo las palabras “Secrecy in love and sincerity in Friendship” y cuando añadieron “All happy together notwithstanding what happened in the World”. Declaraban con ello que la sinceridad forma parte de la amistad y que los conflictos políticos no pueden empañar esa amistad. Christine Battersby ha esclarecido partiendo de esta copa de la amistad una “Kant’s dialectics of friendship”.[20]

¿Cuándo tiene exactamente lugar ese primer encuentro de Immanuel Kant, Joseph Green y Robert Motherby que R. B. Jachmann describió? La escena debe de haberse desarrollado en tiempos de “la guerra anglo-norteamericana”, la cual comenzó en 1754. Aunque tampoco hay constancia del momento concreto de la llegada de Robert Motherby a Königsberg, los biógrafos están de acuerdo en que, como tarde, se trasladó a Königsberg en 1754 y en que, al principio, no tenía ningún tipo de conocimiento del alemán. Si entendió en la escena descrita por Jachmann lo que Kant decía o si se hizo explicar después por Joseph Green los detalles del contenido de aquel diálogo del que fue testigo es una cuestión que queda abierta. El primer contacto entre Kant, Green y Motherby podría, pues, retrotraerse hasta el año 1754.

@ 2021 Gerfried Horst  

Traducido del alemán y del inglés al español por Miguel Oliva Rioboó (miguel.spanisch@gmail.com)

Notas

[1]  Karl Vorländer, Immanuel Kant – Der Mann und das Werk, Wiesbaden 2003, Erstes Buch, p. 121.
[2] Ibídem, p. 122.
[3] Manfred Kühn, KANT – Eine Biographie, Munich 2003, p. 188.
[4] Discrección en el amor y sinceridad en la amistad/Emanuel Kant M.A./Anthony Schorn/Joseph Green/Robert Motherby/ Todos juntos felices, pase lo que pase en el mundo/ a 30 de agosto de 1763. (Nota del traductor)
[5] Simon Wain-Hobson, The Königsberg Kant Glass, © Glass Society, Glass Matters 10, Enero, 2021.
[6] Reinhold Bernhard Jachmann, Immanuel Kant geschildert in Briefen an einen Freund, Königsberg 1804, 8ª Carta, pp. 77-79.
[7] Karl Vorländer, op.cit., p. 122.
[8] Manfred Kühn, op.cit., S. 185-186.
[9] J. H. W. Stuckenberg, The Life of Immanuel Kant, London 1882, Reimpresión 1986, pp. 459-460, nota 88.
[10] Immanuel Kant, Von den verschiedenen Racen der Menschen, en: Kants Werke, Akademie Textausgabe (en adelante Ak.), Vol. II, p. 427 y ss., 433.
[11] Immanuel Kant, Bestimmung des Begriffs einer Menschenrace, en: Ak. Vol. VIII, p. 89 y ss., 93.
[12] Immanuel Kant, Physische Geographie. Physische Erdbeschreibung. Zweiter Theil. § 5, en: Ak. Vol. IX, p. 318.
[13] Ibídem, p. 434.
[14] Friedrich von Martens, Völkerrecht. Das internationale Recht der civilisirten Nationen. Ed. alemana a cargo de Carl Bergbohm. 1º Vol, Berlín 1883, p. 109, Obs. 11.
[15] George Brown Tindall, David Emory Shi, America – A Narrative History, Brief Fifth Edition, Nueva York 2000, p. 119.
[16] Immanuel Kant, Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und Erhabenen, en: Ak. Vol. II, p. 205 y ss., 253.
[17] Observación de Paul Menzer, en: Ak., Anmerkungen der Bände I-V, p. 482.
[18] George Brown Tindall, David Emory Shi, op.cit., p. 52 y s.
[19] Immanuel Kant, Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf, en: Ak. Vol. VIII, p. 342 y ss., 358.
[20] Christine Battersby, Cavarero, Kant, and the Arcs of Friendship, en: Adriana Cavarero, with Judith Butler, Bonnie Honig, and Other Voices, Toward a Feminist Ethics of Nonviolence, Nueva York 2021, pp. 109-120.

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